El placer de viajar en bici II: Islandia

César Gutiérrez de Salamanca 5 de agosto de 2016

La Ring Road es la carretera que circunvala Islandia. Reconocible en cualquier mapa por su número 1, es el recorrido más largo que se puede hacer en Europa por tierras de naturaleza virgen. Lagos, glaciares, cataratas, volcanes, géiser… Los paisajes que atraviesa esta ruta son de una belleza inmensa y casi intacta.

La mayoría de sus 1.340 kilómetros tienen un perfil muy suave para rodarlos en bicicleta. La ruta suele hacerse de sur a norte para evitar los vientos en contra. Hay dos grandes ventajas para emprender esta aventura: el vuelo directo desde Tenerife Sur a Keflavík y el camping Alex, que recoge la caja de la bicicleta en el aeropuerto y la custodia a condición de pernoctar allí las noches de llegada y regreso. Del camping se puede pedalear hasta Reykjavík para disfrutar de la capital un día. Y luego tomar la 1 en dirección a Selfoss, última ciudad con servicios antes del gran tramo sur de la carretera.

En Vík, el desvío a la playa rocosa es obligatorio para ver frailecillos. Siguiente parada: el Skaftafell, parque interesante para senderistas. Después, el Jökulsárlón, el mayor lago glaciar de la isla. Los fiordos hasta Egilsstađir pueden hacerse largos, pero la belleza de los espejos de sus aguas compensa. El lago Myvatn merece varios días, sobre todo para relajarse en sus baños de aguas termales. De allí, es obligado desviarse hacia Húsavík para ver las ballenas en su bahía. Y luego volver a la Ring Road hasta Akureyri, sin dejar de acercarse a las cataratas de Gođafoss.

Si no se dispone de tiempo, es recomendable coger algunas guaguas para ahorrarse ciertos tramos fatigosos e inhóspitos: el de Egilsstađir hasta el desvío para Dettifoss (la catarata más caudalosa de Europa) y, sobre todo, el que cruza el desierto central por la F35. Esta carretera permite ahorrarse un rodeo inmenso para volver a Reykjavík por el noroeste (desaconsejable por la cantidad de túneles prohibidos para las bicicletas). La guagua se puede coger de Varmahliđ hasta el cañón del río Hvitá, para así disfrutar de las tres maravillas del “círculo de oro”: las cataratas de Gullfoss, la tierra de los géiser (Geysir) y el Parque Nacional Þingvellir.

Para acabar, dos recomendaciones para volver desde allí: emplear tres días en hacer uno de los trekking más hermosos del planeta, el Landmannalaugar, y regresar pedaleando por la península de Keflavík. Alguien dirá que es monótono. Pero la experiencia de rodar los últimos días en soledad sobre la tierra volcánica que separa dos continentes… es de las que se recuerdan toda la vida.

Próxima entrega: El placer de viajar en bici III: Canadá

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